sábado, 17 de abril de 2010

ELÍAS

Elías se burlaba de los profetas de Baal porque clamaban a grandes voces y se llegó la hora del sacrificio y Baal no respondió.
Elías pidió al pueblo que se acercara y tomando 12 piedras, según el número de las tribus, edificó un altar e hizo una zanja alrededor de él, en que cupieran 2 medidas de grano y pidió que se derramanran 4 cántaros de agua sobre el altar, el holocausto y la leña y hasta la zanja se llenó de agua.
Le pidió a Dios que le respondiera para que Israel conociera que Él es el Dios y el corazón de ellos se volteara a Él y cayó fuego de Jehová y todo el pueblo se postró y reconoció que Jehová era Dios.
Elías degolló a los profetas de Baal en el arroyo de Sisón.
Elías le dijo a Acab que comiera y bebiera porque se oía venir una gran lluvia.  Y Elías subió al monte Carmelo y se postró y mandó a su siervo a que viera hacia el mar y después de hacerlo así el siervo 7 veces, a la séptima vió una pequeña nube que subía del mar.  Elías le advirtió a Acab que se fuera de ahí para que la lluvia no lo atajara y entonces los cielos se cubrieron con nubes y hubo una gran lluvia y Acab se fue a Jezreel. Elías también se fue para Jezreel.
Acab contó a Jezabel lo que había hecho Elías y ella se enfureció y mandó a decir a Elías que lo mataría.  Elías huyó a Beerseba en Judá y dejó ahí a su criado y el siguió 1 día de camino por el desierto y sentándose debajo de un enebro deseó morirse y pidió a Dios que le quitara la vida y se quedó dormido.  Luego llegó un ángel y le dijo a Elías que se levantara y comiera y Elías vió que había ahí una torta cocida y una vasija de agua y comió y bebió y se durmió de nuevo.  El Ángel de Jehová volvió por segunda vez y le dijo que se levantara y comiera porque le esperaba un largo camino.  Comió y bebió y se fue por el desierto 40 días hacia Horeb, el monte de Dios y al llegar ahí se metió en una cueva y llegó ahí Dios y le preguntó: ¿qué haces aquí?   Elías respondió que huía de Jezabel porque lo buscaba para matarlo por haber él exterminado a los profetas de Baal por el celo de Dios.
Entonces Dios le pidió a Elías que saliera de la cueva y hubo un grande y poderoso viento que rompía los montes, pero Dios no estaba en el viento.  Después del viento hubo un terremoto, pero Dios tampoco estaba ahí.  Tras el terremoto hubo un fuego, pero Dios no estaba en el fuego.   Después de todo esto hubo un silbo apacible y delicado y al oírlo Elías se limpió el rostro y se puso a la puerta de la cueva y Dios le preguntó: ¿qué haces aquí Elías?  Jehová le ordenó que se regresara por donde había venido, por el desierto de Damasco, y que ungiera a Azael por rey de Siria, a Jehú, hijo de Nimsi, por rey sobre Israel y a Eliseo, hijo de Safat, de Abel-meola, para que fuera su sustituto.   Y le dijo:  "el que escapare de la espada de Azael, Jehú lo matará, y el que escapare de la espada de Jehú, Eliseo lo matará", de manera que sólo quedaran en Israel 7,000 personas que jamás adoraron a Baal.
  Yéndose de ahí, encontró a Eliseo arando con doce yuntas y él en la última y echó su manto sobre él (lo que quería decir que lo designaba como su sucesor), al hacer esto Elías, Eliseo suplicó que le permitiera ir a la casa de su padre a despedirse e hizo sacrificio y dio de comer al pueblo y después se fue tras Elías.
   Posteriormente, Ben Adad, rey de siria se alió con otros 32 reyes para subir a combatir a Samaria y envió mensajeros a Acab para decirle que todo lo que Acab tenía era suyo y Acab le respondió dándole la razón, pero Ben Adad volvió a mandar mensajeros diciéndole que registraría sus casas para llevarse todo lo precioso que tenía.  Entonces Acab se reunió con los ancianos para contarles lo que sucedía y que a pesar de no haberle negado nada a Ben Adad la primera vez, él volvía a mandar mensajeros, porque buscaba su mal, por lo que los ancianos le respondieron que no le obedeciese.  Al llegarle este mensaje a Ben Adad, amenazó a Acab diciéndole que el polvo de Samaria no bastaría para los puños de todo el pueblo que tenía con él, pero Acab le advirtió diciéndole que no debía alabarse quien se ceñía las armas, sino quien las desciñe.  Por lo que se dispuso a combatir la ciudad.
Y un profeta fue a decirle a Acab que Jehová le mandaba decir que Él le entregaría a toda esa gran multitud, para que Acab reconociera que Él era Jehová.  Jehová haría esto por medio de los siervos de los príncipes de las provincias y que Acab debía comenzar la batalla.   Y los siervos eran 232 y del pueblo de Israel eran 7,000.    Y salieron al medio día y Ben Adad estaba bebiendo junto con los 32 príncipes y alguien le advirtió que habían salido contra ellos e Israel mató a cada uno que se le enfrentó y los sirios salieron huyendo y Ben Adad huyó con la caballería.    Después de esto, el profeta amonestó a Acab exhortándolo a considerar cómo había de vivir, porque dentro de 1 año, el rey de Siria volvería a levantarse contra él.
Mientras tanto, los siervos del rey de Siria lo convencían de que los dioses de Israel sólo eran dioses en los montes pero en las llanuras podrían vencerlos y volvieron a Afec pasado un año para atacarlos.   Los sirios llenaban la tierra y los de Israel eran como "dos rebañuelos de cabras".   El profeta de Dios fue con Acab a decirle que otra vez le daría la victoria, a causa del comentario de los sirios de que Él sólo era Dios en los montes y así les mostraría que Él era Dios en todo lugar.
Y acamparon durante 7 días los unos frente a los otros y al séptimo día inició la batalla y en ese primer día los israelitas mataron a 100,000 soldados sirios, los que quedaron huyeron a Afec y el muro se derrumbó sobre ellos, muriendo 27,000.  Y Ben Adad estuvo escondiéndose de casa en casa y le rogó a Acab que no le matara, a lo que Acab respondió que si aún estaba vivo, su hermano era y al decirle los mensajeros que estaba vivo, le mandó traer y al ir Ben Adad, Acab le hizo subir en un carro y Ben Adad le dijo que le devolvería las ciudades que su padre había tomado y que podría hacer plazas para él en Damasco.  Y Acab le dijo que lo dejaría partir con ese pacto.
Después de esto, un profeta le dijo a su compañero, por Palabra de Dios, que lo hiriera, sin embargo, su compañero se negó, a lo que el profeta le respondió que por no haber obedecido la Palabra de Dios, un león lo mataría en cuanto se separaran y así sucedió.  Luego encontró a un hombre al que pidió que lo hiriera y así lo hizo y el profeta se fue a ver al rey Acab, disfrazándose con una venda sobre los ojos y le relató una historia diciendo que un soldado en la batalla le había encargado a un prisionero y le advirtió que si lo dejaba escapar, pagaría con su vida y un talento de plata, y le dijo que se le había escapado por lo que el rey le contestó que él mismo había pronunciado su sentencia, pero de pronto el profeta se quitó la venda y Acab lo reconoció.  El profeta dijo a Acab: así ha dicho Jehová, por haber liberado al hombre de mi anatema, tu vida será por la suya y tu pueblo por el suyo y el rey se fue a Samaria triste y enojado.
Posteriormente, sucedió que Acab quiso comprar a Nabot una viña que era de su propiedad porque estaba cerca de su palacio, sin embargo Nabot se e

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